lunes, 22 de septiembre de 2008

El momento de cambiar




Necesitaba esta victoria como el agua. No solo para borrar esa pálida imagen dejada en el partido con Vélez, sino también para comenzar a sumar y acercarse a San Lorenzo, quien lidera la tabla de posiciones. Pero la alineación que dispuso Simeone en el campo de juego, ya adelantaba la idea del técnico: jugarse por la Copa Sudamericana. Es que les dio la posibilidad de debutar a Omar Merlo y Díaz, justo en el partido que se terminaba de decidir la suerte de este equipo. La apuesta le salio mal. Más allá de que el defensor debutante fue el que convirtió el único gol del partido, River cayó 3-1 frente al Santo tucumano, y en la séptima fecha quedó fuera de la lucha por el torneo.
Justamente, Merlo fue quien dejó en claro delante de los periodistas que “De mi gol no se va a acordar nadie”. Lógicamente porque el equipo de Núñez se fue derrotado de Tucumán y, solamente tiene la posibilidad de pelear la Sudamericana.
Del campeón del Clausura no quedó nada. A pesar de que no fue un equipo que ganaba, gustaba y goleaba, tenía una inmensa actitud y una pieza clave con la que ya no cuenta. Ariel Ortega fue, sin duda, la gran baja de este equipo. Es el jugador que con su experiencia y su buen juego, hacía la diferencia y cargaba con toda la responsabilidad de la creación. Con su partida, Diego Buonanotte es el que carga con esa presión. Debido a su corta edad y su poca experiencia le esta costando y el equipo lo siente, además de otros jugadores importantes como Abelairas y Ahumada que no están en el mismo nivel.
Simeone llegó con la necesidad de cortar la sequía de campeonatos. Logró cortarla gracias a su capacidad de manejar al plantel, sin lograr nunca un juego vistoso. La realidad hoy es otra. River ya quedo fuera del campeonato y jugará todas sus fichas a la sudamericana. Si se tiene en cuenta que otro de los objetivos del cholo al llegar a la institución millonaria era ganar una copa internacional, se puede decir entonces, que el plantel tiene la posibilidad de convertir este mal momento en otra alegría. Solo queda en manos de los jugadores y el cuerpo técnico la posibilidad de confirmar que el proyecto sigue en pie, o entregarse a quedarse con las manos vacías.